Investigadores de universidades canadienses y húngaras han descubierto que en el cerebro de los suicidas el sistema que regula la producción del receptor para el neurotransmisor GABA se encuentra alterado.
Se conocía de antemano que en los pacientes que padecen un trastorno depresivo mayor y muestran tendencias suicidas la producción de ese receptor -en concreto, el de tipo A- se encuentra reducida. El estudio que hoy publica la revista "Biological Psychiatry" explica cómo se produce ese déficit.
Cada vez está más claro que, también en la enfermedad psiquiátrica, los genes no son los únicos que tienen la palabra. Los genes "hablan" o "callan" según las circunstancias, según el entorno en el que se encuentren.
Los investigadores han analizado y comparado el tejido de varias partes del cerebro de personas que, padeciendo un trastorno de depresión mayor, se habían suicidado, con el de personas fallecidas por otras razones.
Lo que han descubierto es que en los primeros el DNA en esos tejidos estaba casi diez veces más metilado que en los segundos.
La metilación es una modificación química del ADN que puede hacer "callar" a los genes sin que su secuencia cambie, y que a menudo se produce como consecuencia de la exposición a algún factor medioambiental. La metilación y otras modificaciones del ADN, todas ellas reversibles, componen otro modo de regular los genes que los especialistas conocen como epigenética.
Entre los genes hipermetilados y que, por lo tanto, no se expresan han hallado el del receptor de GABA, especialmente en una región de la corteza -la frontopolar-, coincidiendo con una sobreproducción de la enzima que se encarga de llevar a cabo esa reacción.
Se trata de "una nueva prueba de que los factores genéticos y medioambientales pueden relacionarse para modificar, específicamente y de un modo duradero, los circuitos cerebrales", afirma el doctor John H. Kristal, editor de "Biological Psychiatry".
Unas modificaciones, añade, que "pueden moldear el curso de nuestras vidas de una manera extremadamente importante". Tanto, que también pueden incrementar el riesgo de sufrir un trastorno depresivo mayor y conducir tal vez al suicidio.
El doctor Michael O. Poulter, autor principal del estudio, subraya que es "sorprendente lo maleable que es el genoma en el cerebro", a pesar de que sus células no se puedan dividir. Un hallazgo que, afirman los investigadores, abre, por sí mismo, una nueva línea de investigación y la posibilidad de intervención terapéutica.
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