El viaje del joven Charles Darwin a bordo del HMS Beagle entre los años 1831 y 1836 es uno de los episodios mejor conocidos y más cuidadosamente mitificados en la historia de la ciencia. Según la leyenda, Darwin se embarcó en el Beagle como naturalista, visitó el archipiélago de las Galápagos en el Océano Pacífico oriental y ahí se encontró con tortugas gigantes y pinzones. Muchas especies de estos se diferenciaban por las formas distintas de sus picos, que sugieren adaptaciones a dietas particulares. Estos indicios de las Galápagos guiaron a Darwin (¿inmediatamente o mucho después? Aquí la mítica historia es vaga) a concluir que la diversidad de la vida en la Tierra surgió de un proceso orgánico de descendencia con modificación –evolución, como se conoce ahora– y que el mecanismo es la selección natural. Este relato del viaje del Beagle y sus consecuencias contiene una buena dosis de verdad, pero también confunde, distorsiona y omite mucho. Por ejemplo, los pinzones no resultaron tan ...
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