Un estudio genético sobre un pez que vive en las aguas heladas de la Antártida aporta datos nuevos y esclarecedores sobre las adaptaciones que le permiten sobrevivir en uno de los ambientes más hostiles del planeta.
El estudio es el primero en el que se ha analizado el genoma de un pez nototenoideo antártico en busca de evidencias de su sorprendente resistencia. Hasta ahora, nadie había estudiado realmente toda la gama completa de funciones biológicas de este pez, tan importantes para su vida en un ambiente sometido al frío perpetuo.
Hay ocho familias de peces nototenoideos, y cinco de ellas habitan en el Océano Antártico, el helado mar que rodea al continente antártico. Estos peces pueden soportar temperaturas que congelarían literalmente a cualquier otro pez. Su capacidad para vivir en el frío extremo es extraordinaria, hasta el punto que representan más del 90 por ciento de la biomasa de peces en el Océano Antártico.
Arthur DeVries, profesor de biología animal de la Universidad de Illinois, descubrió a finales de los años 60 que algunos nototenoideos producían sus propias "proteínas anticongelantes". Estas proteínas se enlazan con los cristales de hielo en la sangre para evitar que el animal se congele.
En este nuevo estudio, Chi-Hing Christina Cheng, profesora de biología animal de la Universidad de Illinois, y sus colegas en la Academia China de Ciencias, han obtenido ricos detalles genéticos que podrían ayudar a explicar cómo sobreviven los nototenoideos antárticos.
Pero estas adaptaciones genéticas específicas también implican una vulnerabilidad en los peces si el entorno cambia de manera anómala.
Cheng cree que los hallazgos podrían ayudar a los científicos a comprender cómo el Cambio Climático Global afectará a los peces de aguas frías.
Si se desencadena una elevación drástica en la temperatura del agua, no está claro hasta qué grado podrán adaptarse a ello los peces antárticos. De hecho, ni siquiera se sabe si sobrevivirán o si desaparecerán. Es importante llegar a poder predecir esto, ya que si estos peces comienzan a morir por culpa de una temperatura excesiva del agua, toda la red alimentaria antártica se vería afectada de manera dramática.
Información adicional en: University of Illinois
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