El genoma de un lémur con grandes ojos y del tamaño de una ardilla, procedente de Madagascar, podría ayudar a los científicos a comprender cómo los virus semejantes al VIH pudieron coevolucionar con los primates, según una nueva investigación. El descubrimiento puede aportar una nueva perspectiva sobre por qué los primates no humanos no desarrollan SIDA, y conducir a tratamientos eficaces de la enfermedad en los humanos.
Los científicos desde hace mucho creen que los lentivirus, la familia de virus que incluye al VIH, comenzó infectando a los primates dentro del último millón de años. Pero en realidad, según afirma Rob Gifford, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, autor principal del estudio, los lentivirus pueden haber estado presentes en los primates desde hace 85 millones de años.
Los lentivirus, que son una clase de retrovirus, se replican insertando su ARN dentro del ADN de la célula atacada. Algunos retrovirus son conocidos por infectar células que maduran en esperma u óvulos, incorporando el ADN viral dentro del genoma de la víctima. A partir de los hallazgos de Gifford en el año 2007 sobre el Lentivirus tipo K Endógeno del Conejo, ha sido posible establecer con mejor certeza una cronología sobre la evolución de los lentivirus de los primates.
Los hallazgos de Gifford sugieren que los lentivirus pueden ser descubiertos en ámbitos donde nunca antes lo habían sido. "Hasta donde sabemos, nadie se ha esforzado lo suficiente para hallarlos", recalca Gifford. Él es uno de los pocos científicos que emplean las bases de datos de genomas para buscar retrovirus.
Encontrar una interacción entre lentivirus y primates ampliamente extendida podría abrir las puertas para una nueva línea de investigación sobre el VIH y el SIDA. Los primates infectados con su versión del VIH están protegidos contra el desarrollo del SIDA por varios genes que codifican proteínas para el sistema inmunitario que retardan o bloquean la reproducción de los retrovirus. Investigaciones previas sugieren que estos genes evolucionaron en respuesta a millones de años de infección retroviral.
Hasta ahora, los científicos creían que los lentivirus eran demasiado jóvenes como para haber participado en este tira y afloja evolutivo. Pero si Gifford y sus colegas encuentran más evidencias de que lentivirus y primates han estado en contacto durante muchos millones de años, habrá que aceptar que son más antiguos de lo que se pensaba. En las nuevas investigaciones, quizás también se logre obtener pistas cruciales para conocer mejor la evolución de los antiguos sistemas inmunitarios en su "carrera armamentística" contra los retrovirus, lo que podría tener muchas implicaciones útiles para las vacunas o los tratamientos contra el VIH.
Información adicional en: Stanford University School of Medicine
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