Muy en el interior del sistema de cavernas de Frasassi en Italia, y a medio kilómetro bajo la superficie, unos buceadores encontraron unas insólitas cuerdas filamentosas microbianas creciendo en el agua fría. Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania ha estado investigando muestras de tales biopelículas.
Las cavernas de azufre son un paraíso microbiano. Muchos tipos diferentes de organismos viven en estas cuevas y emplean el azufre. Jennifer L. Macalady, profesora de geociencias, y su equipo, están tratando de confeccionar un mapa sobre qué organismos viven en estas cuevas y en qué puntos exactos del lugar lo hacen, y determinar cómo esa distribución se corresponde con el entorno geoquímico.
En este proceso, han descubierto una forma de biopelícula anteriormente desconocida, creciendo en una porción del lago pobre en oxígeno.
"Los exploradores de cavernas habían visto estas extrañas biopelículas", explica Macalady. "Así que les pedimos que nos trajeran una muestra".
El sistema cavernario de Frasassi se encuentra al norte de Roma y al sur de Venecia. Estas cuevas calcáreas son similares a las Cavernas Carlsbad y a la Cueva Lechuguilla, en Nuevo México, pero en esas otras cavernas, el azufre entra procedente de las reservas de gas natural y petróleo, mientras que en las citadas cuevas italianas la fuente del azufre es una gruesa capa de yeso que yace bajo el sistema de cavernas.
El equipo de investigación secuenció el ADN de la muestra y analizó minuciosamente los resultados. No han encontrado ninguna secuencia que corresponda a organismos conocidos productores de metano o que lo oxidan.
Sí han constatado que cerca de la mitad de los organismos son bacterias, y que la otra mitad pertenece a otro grupo de organismos unicelulares llamados arqueas. Los investigadores han identificado a la mitad de las bacterias como reductoras de sulfato, microorganismos que convierten sulfatos en sulfuros para obtener energía. De las arqueas, más de la mitad están asociadas con cierta clase de organismos generalmente presentes en los sedimentos de las profundidades marinas, y de los que se ignora cómo obtienen su energía, aunque siempre se han encontrado en lugares sin oxígeno o muy pobres en él.
La muestra estudiada de biopelícula en forma de cuerda tiene cinco centímetros de longitud y medio centímetro de diámetro. Las imágenes de tan singular biopelícula obtenidas mediante microscopio muestran que algunos de los organismos unicelulares tienen formas que les permiten entrelazarse unos con otros, y algunos poseen zarcillos.
No se sabe por qué esas "biocuerdas" tienen tal forma. Los microorganismos que las forman probablemente segregan algún tipo de sustancia pegajosa que los mantiene unidos.
Lo que los investigadores sí saben es que la ubicación donde crecen estas cuerdas presenta una muy baja disponibilidad de energía (considerando que el entorno ya es de por sí limitado en energía). Este lugar puede sostener sólo un crecimiento muy lento. Las cuerdas alcanzan longitudes de uno a dos metros, y las dataciones con radiocarbono han arrojado una edad estimada para las mismas de 1.000 a 2.000 años.
Información adicional en: Penn State
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