La acción bacteriana sobre los restos de animales y vegetales ha sido vista muchas veces como un enemigo mortal de la fosilización, pero una nueva investigación sugiere que los biofilms bacterianos podrían en realidad haber ayudado a preservar el material más vulnerable de los registros fósiles: los embriones y los tejidos blandos de los animales.
Un equipo de 13 científicos liderados por los biólogos Rudolf y Elizabeth Raff de la Universidad de Indiana en Bloomington ha descubierto que la invasión de las células embrionarias moribundas por bacterias, y la subsiguiente formación de biofilms bacterianos muy compactos dentro de las células embrionarias, pueden conducir a un reemplazo completo de la estructura de estas células, generándose con ello una réplica fiel del embrión. Los científicos llaman a esta formación un "pseudomorfo", y se trata de un modelo del embrión hecho por bacterias. En otras palabras, las bacterias consumen y reemplazan todo el citoplasma en las células, generando una pequeña escultura del embrión.
Los investigadores han comprobado, sin embargo, que deben estar presentes ciertas condiciones para que la bacteria ayude al proceso de preservación.
Entre estas condiciones, Elizabeth Raff, la autora principal del informe, señala que en el momento de su muerte, el embrión debe estar en un ambiente pobre en oxígeno, o reductor, como el fondo de un océano profundo o el que se experimenta al estar enterrado en barro anóxico de la orilla de un lago. Si hay disponible suficiente oxígeno, el embrión sufrirá la autolisis, o autodestrucción, a medida que las enzimas digestivas se liberan y causan graves estragos. Sin oxígeno, las enzimas autolíticas permanecen encerradas dentro de sus "jaulas" en las organelas.
El próximo paso, según consideran los investigadores, es que las bacterias capaces de sobrevivir en condiciones de poco oxígeno deben infectar entonces a las células del embrión moribundo.
Las bacterias forman biofilms, congregaciones muy densas de células bacterianas en las que éstas son mantenidas juntas por fibras pegajosas compuestas de proteínas y azúcares. A medida que el biofilm llena la célula embrionaria, las pequeñas bacterias se posicionan de tal modo que forman una representación fiel del interior de las células invadidas.
Como resultado, las bacterias deben dejar un registro permanente. En el caso de embriones fósiles bien preservados, las bacterias probablemente excretan diminutos cristales de fosfato de calcio, los cuales acaban reemplazando a las esculturas bacterianas. Son estos cristales los que proporcionan el soporte para la fosilización de embriones y tejidos blandos.
Información adicional en: Universidad de Indiana
Un equipo de 13 científicos liderados por los biólogos Rudolf y Elizabeth Raff de la Universidad de Indiana en Bloomington ha descubierto que la invasión de las células embrionarias moribundas por bacterias, y la subsiguiente formación de biofilms bacterianos muy compactos dentro de las células embrionarias, pueden conducir a un reemplazo completo de la estructura de estas células, generándose con ello una réplica fiel del embrión. Los científicos llaman a esta formación un "pseudomorfo", y se trata de un modelo del embrión hecho por bacterias. En otras palabras, las bacterias consumen y reemplazan todo el citoplasma en las células, generando una pequeña escultura del embrión.
Los investigadores han comprobado, sin embargo, que deben estar presentes ciertas condiciones para que la bacteria ayude al proceso de preservación.
Entre estas condiciones, Elizabeth Raff, la autora principal del informe, señala que en el momento de su muerte, el embrión debe estar en un ambiente pobre en oxígeno, o reductor, como el fondo de un océano profundo o el que se experimenta al estar enterrado en barro anóxico de la orilla de un lago. Si hay disponible suficiente oxígeno, el embrión sufrirá la autolisis, o autodestrucción, a medida que las enzimas digestivas se liberan y causan graves estragos. Sin oxígeno, las enzimas autolíticas permanecen encerradas dentro de sus "jaulas" en las organelas.
El próximo paso, según consideran los investigadores, es que las bacterias capaces de sobrevivir en condiciones de poco oxígeno deben infectar entonces a las células del embrión moribundo.
Las bacterias forman biofilms, congregaciones muy densas de células bacterianas en las que éstas son mantenidas juntas por fibras pegajosas compuestas de proteínas y azúcares. A medida que el biofilm llena la célula embrionaria, las pequeñas bacterias se posicionan de tal modo que forman una representación fiel del interior de las células invadidas.
Como resultado, las bacterias deben dejar un registro permanente. En el caso de embriones fósiles bien preservados, las bacterias probablemente excretan diminutos cristales de fosfato de calcio, los cuales acaban reemplazando a las esculturas bacterianas. Son estos cristales los que proporcionan el soporte para la fosilización de embriones y tejidos blandos.
Información adicional en: Universidad de Indiana
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