El investigador de la CSIRO Energy Transformed, Tom Beer, y su equipo descubrieron organismos acuáticos en las algas que capturan luz y dióxido de carbono para realizar la fotosíntesis y así producir su energía y además producen aceites vegetales que se transforman en biodiesel, que es un líquido obtenido de aceites naturales o grasas animales.
Lo contrario a lo que sucede en la soja u otros cultivos usados para la producción de biocombustibles, que sustituyen al petróleo o carbón, las algas no necesitan extensos terrenos de cultivo ya que pueden crecer en casi cualquier espacio cerrado, y lo hacen de forma muy rápida por lo que podrían situarse tanques para el cultivo en casi cualquier sitio.
Desde 1978 se comenzó a investigar a estos organismos como fuente de combustible gracias a la empresa que fundó Jim Sears en medio de la crisis del petróleo por lo que se creó un programa para desarrollar una alternativa limpia y barata a la gasolina.
Después de 20 años el equipo de científicos nunca produjo las cantidades necesarias para aplicarlo por lo que el presidente de Estados Unidos de ese entonces, Bill Clinton, cerró el proyecto, sin embargo varias compañías continúan con esta tarea y explorar en este campo como la propia CSIRO en Australia o Aquaflow en Nueva Zelanda.
En México, el presidente Felipe Calderón firmó un acuerdo con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, en enero para construir una planta de biodiesel experimental de 14.5 millones de pesos en el sur mexicano, con capacidad para producir 12 mil litros de biocombustible por día.
También, dentro de un año la aerolínea mexicana Interjet realizará el primer vuelo con un avión comercial que usará combustible obtenido a partir de un alga conocida como salicornia, la cual es posible encontrar en las costas de Sonora.
Pero todo tiene sus desventajas como el hecho de descubrir la especie de alga que produce más aceite, el costo, la infraestructura y la escala de producción necesaria.
Otro factor negativo es su crecimiento, ya que si se multiplican más de lo debido consumirán todo el dióxido de carbono y pueden llegar a tapar la luz que necesitan para sobrevivir, además de que su extracción no tan viable puesto que no son fibrosas, recurriendo así a su forma química.
Aún así los investigadores trabajan en la solución de los problemas porque están convencidos que las algas serán la fuente del biocombustible del futuro.
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