
Los expertos del Museo Británico, del Museo de Historia Natural y de dos universidades londinenses llegaron a esta conclusión tras analizar más de 70 artefactos y lascas de sílex excavados en un depósito fluvial en Happisburgh (Norfolk). Según los científicos, éste es el primer indicio de presencia humana durante el Pleistoceno medio en los bordes de los fríos bosques boreales del continente eurasiático, donde escaseaban plantas y animales y el clima era más frío que el de hoy.
Hasta ahora se pensaba que los primeros homínidos no pasaron de las selvas tropicales, de la sabana africana y de los hábitats mediterráneos, sin sobrepasar por el norte las cordilleras de los Pirineos y de los Alpes. Según Chris Stringer, del Museo de Historia Natural, los homínidos que construyeron las herramientas halladas en Happisburgh podrían haber estado emparentados con otros de una antigüedad similar al hombre de Atapuerca en España (Homo antecessor, el homínido más antiguo de Europa).
El descubrimiento, publicado esta semana en la revista “Nature”, puede ayudar a entender mejor la dispersión de los primeros homínidos en el Pleistoceno, cuando se expandieron por el mundo desde África.
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